Junto con las duchas frías, el otro gran hábito que sigo desde hace un año es el del ayuno intermitente (intermittent fasting): no como nada durante 14 horas al día.

Esta práctica también se conoce como “time-restricted feeding” (y de hecho algunos autores reservan el término más general de ayuno intermitente para los ayunos de más de un día de duración) y consiste simplemente en ingerir alimentos sólo durante un periodo de tiempo fijo. 14 horas sería lo mínimo, muchos sugieren que es mejor un 16+8 (no comer durante 16 horas al día y comer sólo durante las 8 horas restantes). Pero como siempre, aquí también entran ya aspectos más pragmáticos y de “conciliación” de tus prácticas saludables con los horarios familiares.

La verdad es que no comer durante 14 horas es de lo más fácil: sólo hay que saltarse el desayuno. Si acabáis de cenar a las 10 y coméis a la 1, ya habréis conseguido un ayuno de 15 horas. Y no, saltarse el desayuno no es ningún sacrilegio (aunque muchos crecimos con la idea de qué el desayuno era la comida más importante del día). Y menos aún si, como era mi caso, el desayuno era muchas veces croissants o otros tipos de bollería.

Los beneficios de esta práctica son muchos y variados:

  • Para empezar, ganas tiempo (y en mi caso dinero).
  • Aprendes a combatir mejor los antojos de comer ya que adquieres un mayor autocontrol
  • Te das cuenta que no hace falta comer a todas horas. Esto es útil por ejemplo en entornos donde el acceso a comida saludable es difícil (ej. un vuelo intercontinental). Ya sabes que no te vas a morir por no comer cada dos horas
  • Ayuda a regular tu peso
  • Tiene un efecto en el cuerpo similar a las dietas de restricción calórica que son bien conocidas por alargar la vida (en ¡¡ratones!!) al, por ejemplo, inducir la autofagia

Pero la más importante en mi caso ha sido la claridad y energía mental. Desde que empecé con el ayuno intermitente, he notado una mejora muy considerable en mi capacidad de concentración y de mantener el foco en las tareas, incluso las aburridas. Sólo por esto ya me vale la pena seguir con esta práctica.

Si os he convencido, algunos consejos / aspectos a recordar si os animáis a empezar con el ayuno intermitente:

  • Fijaros que hablo de no comer. Bebed normalmente. Y sí, el café y el té también se permiten (mientras no le pongáis leche, azúcar,…).
  • No se trata de comer menos si no de comer de forma más concentrada.
  • Empezad poco a poco. Yo, de hecho, desayunaba dos veces. Siempre picaba algo al despertarme (a las 6h) y luego desayunaba (a las 9h30). Empecé eliminando el primero. Luego el segundo (pero adelantando la comida a las 12h) hasta que ya me vi capaz de llegar a las 14-15 horas de ayuno. Una vez estáis acostumbrados notaréis que podéis hacer exactamente lo mismo que hacíais antes. Incluso ejercicio. Al principio me daba miedo ir al gimnasio en ayunas (la primera vez fui con los bolsillos llenos de azúcar por si acaso 🙂 ) pero rápidamente vi que no notaba ningún tipo de bajón.

Imagen de cabecera por Malvestida Magazine en Unsplash

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