El libro los 7 hábitos de la gente altamente efectiva  (versión original en inglés), de Stephen R. Covey,  fue el primer libro de productividad que leí. De hecho, si lo hubiera escrito hoy creo que lo hubiera llamado 7 hábitos de la gente altamente productiva 🙂 . Yo lo leí hace unos años. Estaba justo empezando mi tesis doctoral y el director del grupo me lo recomendó. Y tenía toda la razón. El libro tiene más de 25 años (y, por cierto, y lleva ya vendidas más de 25 millones de copias) pero sus principios siguen siendo plenamente vigentes. De hecho, yo lo sigo revisando cada cierto tiempo, es por eso que escribo también este post, así la próxima vez que quiera repasar el libro lo tendré más fácil.

Pero que quede claro que os recomiendo su lectura completa. Antes de decirme que no tenéis tiempo, id al final y mirad el último hábito. Si aún sí, no lo vais a leer, como mínimo miraros este resumen rápido que os he preparado.

Paso previo: Entender el concepto de Efectividad

Antes de ver los hábitos para ser más efectivos, hay que entender primero como debemos medir el concepto de “efectividad”.

Según Covey la efectividad es define como el equilibro P / CP donde P es “producción” y “CP” es la capacidad de producción. Si sólo nos centramos en la producción, nuestra capacidad productiva se va a ir deteriorando. Si por el contrario, dedicamos todo nuestro tiempo a mejorar nuestra capacidad productiva, no le sacaremos rendimiento.

A continuación pasamos a repasar los siete hábitos, que él separa en dos grupos: hábitos personales y hábitos colectivos, lo que él llama “victoria privada” y “victoria pública”. Los primeros se centran en la persona como ente individual y los segundos en tu relación con los demás. Estos hábitos se pueden aplicar tanto a tu faceta profesional como familiar.

Hábito 1. Sé proactivo

Deja de quejarte. Eres responsable de tu propia vida. Toma la iniciativa y amplía tu círculo de influencia para tener cada vez más capacidad de iniciativa propia. Este último concepto me recuerda bastante al libro de Cal Newport So good they can’t ignore you (versión en español: Hazlo tan bien que no puedan ignorarte) donde, entre otras ideas, Cal defiende la idea que la autonomía en el trabajo se consigue primero siendo muy bueno en lo que hacemos.

Hábito 2. Empieza con un objetivo claro

Empieza con un fin bien definido en tu mente, con un objetivo muy claro de a dónde quieres llegar. Si no, seguro que vas a acabar en ninguna parte. Esta recomendación es seguramente la más común en todos los libros de productividad. Sólo definiendo a priori tus objetivos vas a conseguir cumplirlos.

Hábito 3. Primero lo primero

¿Tienes tus objetivos claros, no (hábito 2)? Pues entonces debería ser obvio que lo primero que tienes que hacer es trabajar para conseguir esos objetivos y no “perderte” en la multitud de tareas intrascendentes, mal llamadas “urgentes”, que llegan a tu buzón de correo.

Más fácil decirlo que hacerlo, ¿no?. Este gráfico te ayudará a recordarlo. ¡Debería estar impreso en todo despacho!. En él, Covey divide las tareas en base a dos categorías: importante / no importante (en función de tus objetivos) y urgente/no urgente como se ve en el gráfico (fuente) con lo que tenemos cuatro tipos de tareas a las que podemos dedicar nuestro tiempo:

  1. Urgente e importante. Hazlas
  2. No urgente pero importante. Planifícalas
  3. Urgente pero no importante. Delégalas
  4. No urgente ni importante. Olvídalas

Como decidir qué tareas priorizar según el libro de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva

Cada vez que tengas que escoger una nueva tarea, escoge una del grupo uno. Hasta aquí la mayoría de nosotros más o menos lo hacemos bien. El problema es que cuando no tenemos del grupo, en lugar de pasar al grupo 2, saltamos al 3 con lo que siempre acabamos haciendo las tareas urgentes, sean o no importantes. Mucho mejor concentrarse en los grupos 1 y 2 y dejar las del grupo 3 a personas que las puedan hacer con autonomía (si tenemos que estar vigilándolos y ayudándolos tampoco nos van a ser muy útiles). Y nada más eficiente que eliminar una tarea en lugar de hacerla. Elimina siempre todas las tareas que puedas. No se trata de hacer más sino mejor.

Hábito 4. Busca la solución donde todos ganéis

En cualquier negociación, mucho mejor si todas las partes acaban contentos. Si ganas pero el otro siente que ha perdido, tendrás solo una victoria momentánea que perjudicará negociaciones futuras.

Puede ser incluso mejor no cerrar un trato que cerrar uno donde la otra parte acabe derrotada. Piensa siempre a largo plazo.

Hábito 5. Intenta primero entender, luego que te comprendan

La mejor forma de llegar a una solución “win-win” (hábito 4) pasa muchas veces por intentar entender mejor a los demás. Nos falta empatía para ver las cosas desde el punto de vista de los demás. Si hiciéramos ese esfuerzo entenderíamos el porqué de su posicionamiento. Y, en base a esa comprensión, podríamos llegar a pensar una solución que siga siendo buena para nosotros pero que también lo sea para ellos.

Hábito 6. Sinergias

Una vez entiendes al otro y has encontrado una solución que puede ser buena para todos, ¿qué mejor que trabajar conjuntamente?. El todo es siempre más que la suma de las partes. Busca sinergias tanto con tus rivales como con tus colaboradores para que todos podáis llegar más lejos. Olvídate de escenarios de suma zero (donde para que uno gane, el otro tiene que perder).

Hábito 7. Afila tu sierra

El último hábito pero también el más importante. Ninguno de los demás se puede llevar a cabo si tu, a nivel personal, no tienes la energía, la fuerza, la motivación necesarias.

Asegúrate de dedicarte tiempo. De descansar. De preservar tus energías. De renovarte personalmente.

Como dice el nombre de este hábito, de nada sirve pasarte el día talando árboles si tu sierra no está afilada. Es mucho más efectivo parar cada cierto tiempo para afilar la sierra (es decir, afilarte a ti mismo) para talar más rápido.

Dame 6 horas para talar un árbol y pasare las 4 primeras afilando el hacha – Abraham Lincoln

Y una idea final del libro que también vale la pena resaltar. La idea de la cuenta bancaria emocional.  Cada vez que interactúas con una persona y la dejas con un buen sabor de boca, estás aumentando tu “saldo” emocional con ella. Este saldo podrás luego usarlo cuando lo necesites.

Este vídeo resume también estos principios (en inglés) de forma animada :

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